- Dewey define su filosofía como un naturalismo empírico. El pensamiento es una forma altamente desarrollada de la relación activa entre el organismo vivo y su ambiente. El pensamiento teórico -la distinción entre sujeto y objeto, por ejemplo- presupone unas relaciones anteriores y se desarrolla a partir de ellas. A medida que los organismo vivos van siendo más complejos, su entorno se vuelve más ambivalente: va siendo más inseguro qué tipo de respuestas o acciones es el exigido por los intereses de la vida, qué acciones encajarán mejor en una serie que mantenga la continuidad de la vida. Y "en la medida que tales respuestas sustituyan a la duda como duda, adquieren una naturaleza mental". Cuando tales respuestas muestran una tendencia directa a transformar lo precario en seguro y a solucionar lo problemático, "son tan intelectuales como mentales". El fin del pensamiento, estimulado por una situación problemática, es transformar o reconstruir el conjunto de condiciones antecedentes que han planteado el problema o la dificultad. En otras palabras, tiende a producir un cambio de ambiente. "No hay ninguna investigación que no implique algún cambio en las condiciones circundantes". La conclusión a que llega el proceso investigador es una acción o un conjunto de acciones proyectadas, un plan de acción posible que transformará la situación problemática. El pensamiento es instrumental y tiene una función práctica. Puede considerársele parte de un proceso total de actividad por el cual el hombre trata de resolver las situaciones problemáticas produciendo ciertos cambios en su ambiente, transformando una situación "indeterminada", en una situación "determinada", en un conjunto unificado. Todo proceso investigador presupone el reconocimiento de una situación problemática como problemática. Puede decirse que interrumpe la respuesta, si se entiende por tal una respuesta instintiva o una respuesta que es simple consecuencia de un cierto hábito establecido. El pensamiento siempre es en cierto sentido práctico, sea al nivel de sentido común o al nivel de la teoría científica. En ambos casos es una forma de hacerse cargo de una situación problemática. La premisa de fondo que maneja Dewey es que "el hombre que vive en un mundo de causalidades, tiene que procurarse una seguridad". Toda idea, por eso, es un plan de acción posible.
- De hecho "las operaciones intelectuales están prefiguradas en el comportamiento de tipo biológico, y éste prepara el camino para aquel". El pensamiento debe ser representado como un producto de la evolución. La experiencia es en general una transacción, un proceso de acción y reacción, una relación activa entre un organismo y su entorno. La experiencia primaria o inmediata tiene un carácter no cognoscitivo. No contiene "ninguna división entre el acto y lo material, como la que se da entre sujeto y objeto, sino que los contiene a ambos en una totalidad indivisa. El sujeto no objetiva lo que experimenta a modo de un signo con un sentido o significado. Tales distinciones surgen sólo después de la reflexión, Y una cosa asume o se reviste de significado, sólo en tanto resultado de un proceso de investigación o pensamiento. "El conocimiento no es una distorsión o perversión que adjudique a su objeto (subject-matter) unos rasgos que no le pertenecen, sino un acto que confiere al material no cognoscitivo unos rasgos que no le pertenecían".
- Dewey desea liberarse de la "epistemología del espectador". Se nos plantea entonces el problema de tender un puente entre el proceso del conocer, que se produce totalmente dentro del sujeto-espectador y el objeto indiferente al hecho de ser conocido. Pero si entendemos que el objeto del conocimiento como tal llega a ser a través del proceso de conocer, el problema desaparece. Dewey intenta describir el proceso del conocer como una forma altamente desarrollada de la relación entre un organismo y su entorno, relación que produce un cambio en el entorno. Su finalidad es unificar la teoría y la práctica, por eso el conocimiento es un hacer, o elaborar, más que un ver.
- En busca de seguridad, y por tanto de certeza, el hombre sabe que el mundo empírico que es cambiante, nunca se la proporcionará. La filosofía clásica, Platón, formuló una distinción entre el mundo cambiable y la esfera del ser y la verdad inmutables. Es el primer divorcio de la teoría con la práctica. Con la ciencia moderna aparece una nueva actitud con respecto al cambio. Porque el científico ve que sólo puede entenderse el proceso del cambio relacionando los fenómenos y dentro de ciertos límites sólo puede controlársele produciendo los cambios que deseamos e impidiendo los que consideramos indeseables. Así "nace el problema primordial de la filosofía moderna: la relación entre la ciencia y las cosas que apreciamos y queremos y que tienen un cierto poder en la dirección de la conducta". Los filósofos han intentado reconciliar la idea científica del mundo, tal como ellos la concebían con una afirmación de la realidad de los valores, desarrollando por ello distintas versiones de la misma dicotomía o dualismo que caracterizó el platonismo. El naturalismo de Dewey le obliga por ello a incluir los valores en la naturaleza: el progreso científico no debería representar ningún tipo de amenaza contra la realidad del valor. "¿Por qué no nos dedicamos a emplear nuestros éxitos científicos para mejorar nuestros juicios sobre los valores y para regular nuestras acciones a fin de que nuestros valores sean más seguros y tengan una parte mayor en la existencia?". "La existencia de lo inevitable (los valores) no necesita pruebas". Pero los afectos, deseos, propósitos y artificios del hombre necesitan ser dirigidos y esto sólo es posible por medio del conocimiento. Aquí la filosofía puede servir como guía. El filósofo puede examinar los valores e ideales aceptados por una sociedad determinada a la luz de sus consecuencias, y puede al mismo tiempo tratar de resolver las contradicciones entre los valores. Así puede decirse que la filosofía es esencialmente práctica.
- Dewey ratifica la idea hegeliana de que "la tarea de la filosofía futura es la de clarificar las ideas de los hombres respeto a las contiendas sociales y morales de su época. Su objetivo es llegar a ser, en la medida de lo humanamente posible, un órgano para tratar tales conflictos”. Podemos entender por ejemplo la aserción de Dewey de que en el debate en la filosofía política entre el individuo y el estado no ha surgido ninguna luz clarificadora. Lo que se necesita es "echar luz sobre este o aquel grupo de individuos, este o aquel ser humano concreto, esta o aquella institución o convenio social especiales". Dewey desprecia los conceptos y teorías generales, en tanto divorciadas de la vida y la experiencia concretas, una idea de la filosofía como actividad puramente contemplativa. El verdadero logro de la reconstrucción de la filosofía se encuentra en el desarrollo de unos métodos para reconstruir las situaciones problemáticas específicas. Transferir el método experimental al campo de la vida humana. Tal transferencia requiere una teoría general del método experimental, en tanto la aplicación del método "implica una dirección ideológica y epistemológica".
- Los principios lógicos básicos no son verdades trascendentales que trasciendan el mundo empírico mudable y que haya que aprehender instintivamente: los produce el proceso real de la relación activa del hombre con su entorno. "Generalizar el reconocimiento de que lo verdadero significa lo verificado, y no otra cosa, carga al hombre con la responsabilidad de deponer los dogmas morales y políticos y someter al test de las consecuencias sus más caros prejuicios". Esta es una de las razones principales por las cuales la teoría instrumentalista de la verdad produce el miedo y la hostilidad en muchos pensamientos.
- La actividad conscientemente dirigida hacia un fin considerado valioso por el agente, presupone unos hábitos a modo de disposiciones adquiridas para responder de una forma determinada a determinadas clases de estímulos. "El acto debe preceder al pensamiento, y el hábito a la capacidad de evocar el pensamiento a voluntad". Nuestras ideas, como nuestras sensaciones dependen de la experiencia. "Y la experiencia de la cual ambas dependen es obra de los hábitos; originariamente de los instintos". Nuestros propósitos y fines, en la acción, nos vienen a través de los hábitos. Los hábitos en cuanto exigencias de cierto tipo de acciones "constituyen el yo y el carácter es la interpretación de los hábitos". Toda la vida moral, en tanto se admite que implica la aparición de elementos nuevos, debe considerarse como un desarrollo de la interacción del organismo humano y su entorno. Las costumbres que son uniformidades del hábito ampliamente difundidas, "persisten porque los individuos forman sus hábitos personales en condiciones establecidas por costumbres anteriores. Normalmente un individuo adquiere la moral del mismo modo que hereda el habla del grupo social. A fines prácticos, la moral significa las costumbres, los modos populares, los hábitos colectivos establecidos". "La dirección de la actividad innata depende de los hábitos adquiridos y los hábitos adquiridos pueden ser modificados sólo redirigiendo los impulsos". En la vida social si las costumbres de una sociedad han pasado de moda o se han vuelto perjudiciales, y si la situación se abandona a sí misma, la revolución es inevitable, a no ser que la sociedad simplemente quede sin vida y fosilizada. La única posibilidad es la redirección inteligente del impulso hacia otras nuevas costumbres y la creación inteligente de instituciones nuevas. En resumen "un corte en la corteza de la tarta de la costumbre libera los impulsos; pero a la inteligencia le corresponde buscar las formas de usarlos". La inteligencia vislumbra los fines a partir de las condiciones en forma de hábitos: su actividad es llevarlos más allá de ellos mismos. Los fines "son consecuencias previstas que surgen a causa de la actividad y que sirven para dar a la actividad un nuevo significado y para dirigir su curso futuro". La función de la inteligencia es la de pensar y realizar las posibilidades de crecimiento, de reconstrucción de la experiencia. De hecho "el mismo crecimiento es único fin moral". Además, "el único fin es el crecimiento o la reconstrucción continua de la experiencia". "El bien consiste en el significado que atribuimos a una actividad cuando el conflicto y el enredo de varios impulsos y hábitos incompatibles acaba en una liberación por la acción unificada y ordenada". El fin moral es el crecimiento en el sentido de un desarrollo dinámico de la naturaleza humana armoniosamente integrada, siempre que no veamos como fin último un estado de perfección fijo y determinado. Dewey sabe que preguntar si algo es un valor es preguntar si "es algo apreciable y estimable, algo que debe ser disfrutado"; de ahí la definición siguiente: "Los juicios sobre los valores son juicios sobre las condiciones y resultados de los objetos experimentados: juicios sobre lo que se debe regular la formación de nuestros deseos, afectos y goces". Un valor es algo que se adapta "a las necesidades y exigencias impuestas por la situación", es decir, algo que se enfrenta con las exigencias de una situación problemática objetiva con vistas a su transformación o reconstrucción. "La valoración de los modos de acción como mejores o peores, más o menos útiles, está experimentalmente justificada en la medida en que no consiste en proposiciones valorativas de un objeto impersonal".
- Todas las acciones llevan el sello de la comunidad con la misma fuerza que se lleva el lenguaje en el habla. La función de la filosofía política es criticar las instituciones existentes a la luz del desarrollo y de las necesidades mudables del hombre, y discernir y señalar las posibilidades prácticas, para que el futuro pueda hacer frente a las necesidades del presente. El examen de estas instituciones es "su contribución al crecimiento completo de cada miembro de la sociedad". Por este motivo es partidario de la democracia: por cuanto está fundamentada "en una fe en las posibilidades de la naturaleza humana, una fe en la inteligencia humana y en el poder de la experiencia en colaboración y cooperación". Así "la primera condición de unos ciudadanos organizados democráticamente es un tipo de conocimiento y aprehensión que todavía no existe", si bien pueden indicarse las condiciones para que exista: el establecimiento del libre uso del método experimental en la investigación y el pensamiento sociales. De hecho el valor de las instituciones se mide por el grado en que ellas facilitan el crecimiento individual. En efecto "el proceso educativo y el proceso moral son una misma cosa". Y la educación "toma del presente el grado y el tipo de crecimiento que hay en él". Y puesto que la potencialidad del crecimiento no cesa con el fin de la adolescencia, no hay que concebir la educación como una preparación para la vida. La misma educación es un proceso de vida. De hecho "el proceso educativo no tiene un fin fuera de sí mismo: él mismo es su fin".
- Dewey insiste en la necesidad de hacer de la escuela una comunidad real que reproduzca en una forma simplificada la vida social y provoque el desarrollo de la posibilidad del niño de participar en la vida de la sociedad en general. Impresionado por la falta de interés que muestran muchos niños por las enseñanzas escolares y el vivo interés que muestran por las actividades ajenas a la escuela en las cuales participan activamente, llega a la conclusión de que los métodos escolares deberían ser cambiados, para permitir al niño participar activamente tanto como sea posible en los procesos concretos de la investigación que conducen desde las situaciones problemáticas hasta el comportamiento creativo o hasta acciones externas necesarias para transformar la situación. Su tesis principal es que la educación no debe ser simplemente una instrucción sobre distintos temas, sino más bien un esfuerzo coherente y unificado para fomentar el desarrollo de unos ciudadanos capaces de promover el crecimiento futuro de la sociedad, sirviéndose de la inteligencia en un contexto social.
- "La experiencia religiosa es una realidad en la medida en que en medio del esfuerzo por prever y regular los objetivos futuros somos sostenidos y desplegados en la debilidad y en el fracaso por el sentido de una envolvente realidad". Dewey dejó bien claro que dejaba de lado todo credo definido y toda práctica religiosa, pero que daba valor a la actitud religiosa. Asocia la fe con "la unificación del yo por la fidelidad a unos fines ideales que lo incluyen todo, fines que la imaginación nos ofrece y a los cuales responde la voluntad humana considerándolos dignos de controlar nuestros deseos y posibilidades de elección". Los ideales religiosos "no están completamente incorporados a la existencia, ni tampoco son unos ideales que sean simples ideales sin base, utópicos. Porque hay en la naturaleza y en la sociedad fuerzas que producen y sostienen los ideales. Estos son unificados luego por la acción que les da una coherencia y una solidez. A esta relación activa entre lo ideal y lo real es a lo que yo daría el nombre de Dios". La religión por ello puede difundirse a la totalidad de la vida, puesto que "el yo apunta siempre a algo que está más allá de sí mismo". A pesar de todo nunca estuvo de acuerdo con la metafísica que acompaña a las religiones: "la aprehensión genérica de la existencia, la única que puede definir a la metafísica en un sentido empíricamente inteligible, es ella misma un hecho sobreañadido, o una interacción y está sometida por tanto al mismo requisito de inteligencia que cualquier otro hecho o ser: a saber, la investigación de las relaciones, directrices y consecuencias de lo que descubre. El universo no es una serie infinita auto-representativa porque al serle añadida una representación se convierta en un universo distinto".