Vid: Humano, demasiado humano.
- [56] Quien no pide a las cosas nada más que conocerlas, llega fácilmente a vivir en paz con su alma, y todo lo más por ignorancia, pero difícilmente por concupiscencia, es por lo que errará. Ya no querrá excomulgar o extirpar los apetitos; pero su único objetivo, que le domina enteramente, de conocer en todo momento tanto como le sea posible, le dará sangre fría y dulcificará todo lo que hay de salvaje en su naturaleza.
- [224] En el hombre considerado aisladamente, la tarea de la educación es esta: crearle una madurez de espíritu tan firme y segura que, en conjunto, no pueda ser nunca desviado de su ruta. Pero entonces, el deber del educador es causarle heridas o aprovechar las que le cause el destino, y cuando así el dolor y la necesidad haya nacido, pueda haber en los puntos dañados inoculación de algo nuevo y noble. Toda la naturaleza la acogerá en sí misma y luego dejará que este ennoblecimiento se manifieste en sus frutos.
- [228] El cerco educador desea hacer a todo el hombre subordinado, poniéndole siempre ante los ojos el menor número de posibilidades. El individuo es tratado por sus educadores como si fuese, en verdad, algo nuevo, pero debiese llegar a ser una réplica. Si el hombre aparece primeramente como algo desconocido que no ha existido nunca, debe ser reducido a algo nuevo, ya existente. Lo que se llama un buen carácter en un niño es la prueba de que es siervo de la conducta existente: al ponerse del lado de los espíritus siervos, el niño anuncia primero su sentido común que se despierta; pero, al fundarse en este sentido común, se hará útil después a su estado o a su clase.
- [242] Una educación que no cree ya en el milagro habrá de tener presente tres cosas: cuánta energía se hereda; segundo, en qué puede inflamarse aún una nueva energía, y tercera, cómo el individuo puede adaptarse a estas exigencias tan múltiples de la cultura, sin que estas se enturbien y pierdan su unidad. En una palabra: como individuo puede ser iniciado en el contrapunto de la cultura privada y pública, cómo puede a la vez seguir la melodía y, cómo la melodía, darle acompañamiento.
- [265] La escuela no tiene deber más importante que dar rigor al pensamiento, prudencia al juicio, consecuencia al razonamiento.
- [372] La ironía no es conveniente sino como método pedagógico, por parte de un maestro en sus relaciones con sus discípulos de cualquier índole que sean: su finalidad es la humillación, la confusión, pero de esa especie saludable que despierta buenas resoluciones y que reporta a quien nos ha tratado así respeto, gratitud, como a un médico. El ironista afecta un aire de ignorancia, y con tal arte que los alumnos que conversan con él se engañan, adquieren confianza en la convicción de su propia superioridad de saber y se entregan a disputas de todo género: pierden su reserva y se muestran tal como son, hasta que, en un momento dado, la luz que emanaba de la frente de sus maestros caiga de manera muy humillante sus rayos sobre ellos mismos. Allí donde no hay una relación semejante a la del maestro alumno, es un mal procedimiento, una afectación vulgar.
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