MIRAR CON CUIDADO. FILOSOFÍA Y ESCEPTICISMO, J. Marrades y N. Sánchez (eds.), Pretextos, Valencia 1994, págs. 319.
En menos de un año el departamento de Metafísica y Teoría del Conocimiento de la Universidad de Valencia saca a la luz, después del extenso trabajo conjunto sobre la obra de Wittgenstein, un nuevo libro sobre un tema no menos actual: el escepticismo. Estructurado en dos grandes partes, histórica y sistemática, el estudio promete ser de obligada consulta para las cuestiones relacionadas con esta condolencia que acompaña a la filosofía desde su nacimiento, y de interés general para la comunidad de científicos y curiosos de las humanidades. Avatares del escepticismo, es el título de la primera parte, abierta por un artículo de Tomás Calvo Martínez dedicado a la formulación histórica del escépticismo por Pirrón. El especialista Richard H. Popkin ratifica sus tesis más conocidas demostrando que la recuperación del escepticismo durante el Renacimiento se estableció antes de que se reprodicieran los escritos de Sexto Empírico. La obligada referencia a Hume es llevada a cabo por Vicente Sanfélix, en un extraordinario artículo -Del delirio melancólico a la serenidad reflexiva- en el que se propone el escepticismo del filósofo escocés como una actitud reflexiva, adecuada y eficaz -casi inesquivable- para nuestros tiempos. Mercedes Torrevejano expone, en relación con Hume, la Crítica trascendental de Kant como un escepticismo metódico que evite el dogmatismo y haga frente a los límites de la razón. Otra cara de Pascal es puesta por obra por Julián Marrades, en Pascal, entre Descartes y el pirronismo. El autor de los Pensamientos es puesto entre dos alternativas, pirrónicos y dogmáticos, que comparten el presupuesto de que la razón es capaz de ofrecer un fundamento incondicional. El artículo de Marrades posee una detallada y aguda comparación con Descartes, sobre todo en relación al sentido que ambos utilizan de las verdades simples y las verdades innatas. La célebre incapacidad que Pascal atribuye a la razón para atender a las razones del corazón, tiene un sentido, para Marrades, naturalista, cuya postura puede ser semejante al pensamiento del segundo Wittgenstein en pleno apogeo del racionalismo cartesiano. De interés tiene que resultar el trabajo de Joan B. Llinares sobre el controvertido escepticismo en Nietzsche. Llinares denuncia algunos abusos que se han hecho del autor al servirse de él como ocasión de proclama de diversos escepticismos ajenos al pensador alemán. La falta de coherencia con respecto al escepticismo en los escritos de Nietzsche, llevan a Llinares a un examen analítico de los tipos de escepticismo obteniendo una relación jerárquica y valorativa. Cierran esta sección un artículo de Enrique Ocaña titulado Escepticismo e identidad personal. Nietzsche y Descartes, y el trabajo de Valeriano Iranzo García sobre el escepticismo en Quine. Especial atención merece el estudio de Christopher Hookway, Conocimiento y contexto, sobre el escepticismo de fundamentación que abre la sección sistemática Tópicos del escepticismo. Hookway critica el conocido artículo de Cohen, Knowledge, context and social standards (1987), para hacer frente una fórmula trivial para salir del relativismo contextual del conocimiento. El profesor de la Universidad de Birmingham confiesa que la salida del escepticismo no es una cuestión fácil y pretende demostrar que el concepto de conocimiento sólo puede tener una aplicación correcta si se trata de conocimiento local, haciendo ociosos todos los tipos de fundamentación del conocimiento en general que suelen blandirse frente al escepticismo. Hookway propone una consideración del valor espistémico de las afirmaciones dentro de un esquema de pregunta y respuesta, poniendo de relieve un factor K en la valoración epistémica de los conocimientos que pueda dar cuenta del valor de la autoridad en la adquisición de conocimiento. Obviamente detrás del razonamiento de Hookway se encuentra el Wittgenstein de On Certainty. Carlos Moya aborda un tópico del escepticismo, la creencia en la existencia del mundo exterior, desde el planteamiento de Putnam de las tierras gemelas. Moya utiliza dos conferencias propias presentadas en el I Congreso Europeo de Filosofía Analítica (Aix-en-Provence 1993), y en el III Simposio Internacional de Ciencia Cognitiva (Donostia 1993) para argumentar en contra del internalismo acerca del contenido mental, como premisa fundamental del escepticismo. Moya hace un balance de las objeciones más relevantes en el debate internalismo / externalismo, para poner en claro que la solución externalista supone la liberación del escepticismo, al mismo tiempo que puede explicar sin milagrerías la autoridad de la primera persona. Tras argumentar, siempre a la defensiva, a favor del externalismo, Moya lanza un órdago al internalismo exigiéndole una explicación del carácter público del significado y del hecho de la comunicación. Josep E. Corbí, por su parte, pretende en un extenso artículo una reivindicación de la actitud ilustrada y del valor de la razón como rectora de la vida humana. Corbí utiliza el psicoanálisis freudiano para realizar una transformación del ideal ilustrado que corrija el abandono racionalista de las pasiones. Por otro lado el desmoronamiento del neopositivismo lógico le permite a Corbí realizar una apuesta por la ciencia cognitiva de lo mental que introduzca dentro del campo científico el carácter del hombre como agente mental. El funcionalismo, sin embargo, parece estar en contradicción con el análisis wittgensteiniano de seguir una regla, y con la discriminación de las leyes causales por parte de la filosofía wittgensteiniana fuera del ámbito de lo humano. Corbí defiende un holismo de la interpretación, siguiendo a Daniel Dennett, que pretende evitar el relativismo extremo que parece deducirse de la fórmula wittgensteiniana. La rectificación propuesta por Corbí vendría dada por una introducción en el ámbito de lo humano de las causas psicológicas que estudia la ciencia cognitiva, haciendo válido el planteamiento del psicoanálisis. Nicolás Sánchez, con Miradas fulgurantes y traductores caritativos, hace frente a la cuestión del relativismo en la comprensión de acciones e instituciones extrañas en contra de ciertos racionalismos que anularían la diferencia, queriendo evitar la inconmensurabilidad. Sánchez propone una solución al respecto haciendo de la interpretación de las culturas extrañas un caso del análisis wittgensteiniano del "ver-cómo". De este modo la evidente inconmensurabilidad no implica la ausencia absoluta de comprensibilidad. Jaques Bouveresse también forma parte del elenco de autores de este volumen, con la traducción de un capítulo de su reciente libro sobre Robert Musil, L´home probable. Bouveresse ilustra a partir de los personajes de Musil las posibilidades de la creencia en Dios en el mundo contemporáneo con la originalidad que caracteriza al autor francés. Manuel E. Vázquez, por otra parte, pone por escrito el contenido de un curso de doctorado del año 1993 impartido en el Departamento de Metafísica de la Universidad de Valencia. El trabajo de Vázquez surge al hilo del cuadro de Hopper, Room in Brooklin (1932), en un estudio deconstructivista de otro modo de ver, la voluntad de oponerse al modo de ver del escepticismo. Un artículo no menos pictórico y meritorio que las muestras de pinturas, similares al cuadro de Hopper (Magritte, Rembrandt, C. D. Friedrich, S. Dalí), que cierran el volumen.
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